"El Laberinto de la discordia"
La construcción del laberinto llegó a ser un verdadero reto para los participantes. Al tercer día de trabajo, Irina se sentía mareada, a Katia le dolía le espalda, Tolik se dio un golpe en el dedo, y Víctor comenzó a amenazar a la psicóloga.
"¿Qué, de nuevo hay que ensancharlo? Aquí lo estrechamos. ¡Se me está reventando el cerebro!" |
La tensión crecía por momentos. Diríamos que lo más difícil para ellos no era en el plano moral sino más bien en el plano emocional. Irina fue la primera en ponerse nerviosa. A ella y a Katia les era un poco complicado unirse al proceso, ya que ellas habían pasado un día cumpliendo la promesa de guardar silencio y los chicos ya habían hecho una parte del trabajo sin ellas. Por lo tanto Irina con gran dificultad lograba comprender en base a qué principio se necesitaba construir los caminos del laberinto.
"¿Qué, de nuevo hay que ensancharlo? Aquí lo estrechamos. ¡Se me está reventando el cerebro! ¡Nunca acabaremos! Mejor que hubiera estado en silencio toda la semana", - se queja durante el trabajo.
En cambio, Katia no llegó a perder su actitud positiva. O se distraía mirando un lagarto pequeño asustado que se movía entre las piedras, o en voz alta expresaba sus asociaciones con algo.
"Antes, con los padres iba a buscar setas, no se me permitía fumar ...", – decía ella.
Sin embargo, un poco más tarde, ya estaba cansada, y en voz alta para que se fijaran en ella decía: "!Este laberinto lo ví en un sueño que tuve!" Y á la frase: "!Vamos a comer!", comentaba: "¡No quiero este laberinto!"
Al día siguiente la situación se agravó aún más. Había una sensación de que los participantes mientras más se acercaban al final del trabajo, se les hacía más difícil contener sus emociones. El más débil en este sentido resultó ser Víctor. Ese dia se le veía muy hablador, probablemente la razón de eso fue la promesa de guardar silencio del día anterior. A la pregunta sobre que le parecía el laberinto, formulada por la psicóloga Fátima Raimkulova, bajo cuya dirección se llevaba a cabo la construcción de la antigua obra, contestó escuetamente: "¡Me da lo mismo!"
"¿Es que no te gusta?", – Le preguntó la psicóloga.
"Víctor solo tiene tiempo para refunfuñar: Yo también sé cómo morder” |
"¡En fin de cuentas, primero nos explicaron otra cosa ! O sea, trae piedras, y hoy que ya construyas una pirámide. Cada día una tarea nueva, simplemente no entiendo: hoy de esta manera, mañana de otra manera. Desde el principio dennos el trabajo bien dado", - replicó enfadado.
A lo que la especialista contesta que ella les da un determinado trabajo para cada día. No hay que tener miedo, mientras más rápido comiencen a trabajar más rápido terminarán. Víctor solo tiene tiempo para refunfuñar: “Yo también sé cómo morder" y sigue trayendo piedras. Él estará un largo rato escandalizando y discutiendo con la psicóloga. En esto recibe el apoyo de Irina. Ella piensa que la psicóloga los está provocando.
"Ella está esperando que empecemos a riñarnos entre nosotros ...", - le dice a Tolik.
Después de varias horas de un tirante trabajo, la psicóloga felicita a los participantes por terminar la construcción. Por delante el muy esperado recorrido por el laberinto.
"¡Ustedes han luchado consigo mismos!" – se dirige a los exhaustos participantes. Y Víctor, cansado deja caer la frase:
"¡Hemos comprendido su estrategia!"