Alarma y miedo de caer de nuevo
En el nuevo episodio los caracteres cobran mejor definición. En cualquier comunidad cerrada existen reglas de jerarquía. Ya era de esperar que la “novatada” entre los adictos participantes tendría una relación directa con la experiencia de abuso. Victor Malleker, consume casi durante la mitad de sus 30 años de vida, lo que exhibe abiertamente ante la perplejidad de Gleb. Victor se jacta muy ufano, de que podría encontrar sus dosis en cualquier lugar del mundo, tan solo que la deseara. El norteamericano Gleb, a quién cuesta trabajo formular sus frases en ruso, estaría en el más bajo escalón de los novicios imberbes, comparado con la experiencia Victor, drogadicto experto con pellejo curtido. .
Anatoly Nesmiyanov pertenece al mismo linaje de “duchos” en la materia de consumo. Habla que con sus 30 años puede pincharse con igual habilidad lo mismo en el cuello que en el sobaco, de la chica epiléptica, la que le desgarró los dedos mientras la salvaba de un ataque, episodios que más recuerdan las fábulas de viejos piratas con tufillo a ron sobre tiburones. Recordamos además a Bayán Shirianov, con su descripción desgarradora de la búsqueda de sus venas perdidas en la profundidad de su piel, quién aclama con delirio al encontrar una vena intacta en el escroto, llevando al lector al escalofriante sentimiento de un completo terror existencial. Anatoly es como un personaje de la obra de Shirianov. Sería imposible hallar otra imagen a propósito.
Un psicólogo muy asustado: después del curso Anatoly no tendrá problemas para encontrar un lugar en su cuerpo donde inyectarse. Estará limpio del todo. ¿Resistirá una nueva tentación? – la cuestión es clara. Todo se agrava con la situación de que su “media naranja” Ekaterina Antípova depende fuertemente de él como personalidad. La rehabilitación conjunta y los períodos de remisión pueden semejar la escalada en cordadas, donde cada miembro depende no solo de la firmeza de sus anclajes y la resistencia de las cuerdas, sino de sus compañeros. Anatoly podría desprenderse con facilidad de sus alturas inalcanzables. Es tan demasiada y nociva su experiencia.
En la cuarta serie nos preocupa la paciencia que tiene la tentación. En la clínica el tiempo se ha detenido. Los novicios Ekaterina y Gleb, piensan que saldrán sanos cuando termine el curso. Pero los participantes de gran experiencia de abuso les hacen dudar: “no nos acordamos ni nos reconocemos en otro estado que no sea el del endrogamiento” - ese es el estribillo que no nos deja en paz. Lo peor es, que en cada situación el tema se repite. Parece, que como en cada pequeña comunidad separada del mundo exterior (cualquiera de ellos daría lo que sea por un minuto de internet, aunque pueden hablar por teléfono con sus familiares de acuerdo a un itinerario) los pacientes contágiense mutuamente con pánicos y ansiedades.
El motivo de la serie está en dos de las emociones más desagradables: el pánico y la ansiedad. Estas vieron la luz desde la sesión de terapia grupal con Alex. Obviaremos la exactitud de la terminología y la autenticidad de las vivencias. Lo principal es la onda emocional que atravesó de sala a sala, desde el Italiano, quien niega la existencia de tales miedos, hasta Victor Malleker, quien teme una recaída después del tratamiento. Es posible, que el pánico en el grupo sea inducido por la rutina de la estancia en la clínica. Tienen mucho tiempo libre para meditar sobre el futuro.
El fin del episodio está marcado por las emociones de quien fuera no hace mucho tiempo enajenada y malentendida por el grupo, Ahora felicitada en el día de su cumpleaños. La fiesta despeja por un tiempo los temores. En los brindis pronunciados no hay casi reminiscencias del tema de la rehabilitación, todo se encierra en deseos de bienestar y felicidad. Esta se puede considerar como la escena simbólica de un renacimiento. Esa escapada teatral de la rutina hospitalaria nos permite confiar en que el héroe de la próxima serie recibira también su porción de serotonina. ¿Quién será el dichoso en despejar sus temores en el próximo capítulo?
Confesión oficial
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