Habiendo nacido en una familia de médicos, su futura carrera estaba predeterminada. Por la mera apariencia y el comportamiento de la persona puede demostrar si es un adicto a las drogas o no.
Combina con éxito el trabajo en la clínica y el deporte. Practica Aikido en serio desde hace 8 años. Uno de los principios del Aikido "Respeta a tu oponente" y está convencido de que "Si no puedes hacer el bien, al menos, no hagas el mal".
En una noche inolvidable de 1998, durante el turno de noche, con las palabras "¡Vienen por mí, ayúdeme, doctor!" se le acercó un paciente, representante del mundo criminal que bogaba aquél entonces. Pensando que el paciente sufría de alucinaciones como resultado de las anestesias y soporiferos, decidió seguirle el juego, hasta que ante sus ojos se abrió una escena menos tranquilizadora - al final del pasillo vió la silueta de una persona armada que caminaba en su dirección. Ahora ambos estaban aterrorizados. Cuando la persona estuvo bien cerca de ellos, pudieron realizar que se trataba del guardaespaldas de su paciente, cuyo nombre nadie llegó a conocer.